Mientras pensemos que la corrupción se origina solo en las personas, seguiremos buscando “salvadores” que controlen las galletas con sanciones radicales, mientras el sistema que promueve y difunde la corrupción permanece intocable.
Pensar que, con el control de las personas y procedimientos, aumentando las penas en el papel, podremos erradicar la corrupción, no ha resultado viable y lo único que ha generado es impunidad, debilitando el estado de derecho, e hipocresía social. Testigos mudos de este fracasos son las vallas anunciando multas millonarias por botar desechos, en carreteras y calles repletas de basura.
El problema de la corrupción es sistémico y como tal, requiere de soluciones sistémicas, que no se producen de la noche a la mañana, sino que se generan rupturas progresivas de los círculos viciosos al mismo tiempo que se demuestre en la práctica que las cosas se pueden construir desde círculos virtuosos. De tal forma que se marquen senderos, consolidando y dando un espaldarazo a la autoridad que promueve los cambios, para que avance cada vez más rápido. Este tipo de soluciones son posibles si se hace un diseño para transformar el sistema;, que en vez del control de detalles que paralizan la administración pública, la Contraloría exigiera el acatamiento al principio constitucional (art 11), de evaluación de la gestión pública por resultados con responsabilidad personal de los jerarcas, incluyendo la revocatoria del cargo. Desde luego, este proceso debe ir acompañado, por una parte, de un derrocamiento o al menos congelamiento de la normativa cuya aplicación atenta contra el interés público y la buena administración, y por otra, de flexibilidad en cuanto a la rendición de cuentas en la pirámide. De tal manera que pueda haber remociones ágiles de quienes incumplen con sus tareas.
Demandar resultados con responsabilidad personal, pondría en evidencia cómo el exceso de normativa entraba y paraliza la gestión pública. Lo que dinamizaría los procesos de cambio y ajuste institucional.
Exigir resultados a los jerarcas con la posibilidad de ser removidos de sus cargos, permite empezar a resquebrajar las redes de corrupción que se parapetan en los diversos escritorios y descienden, en algunos casos extremos, en cascada hasta el funcionario que simula poner inyecciones.
En días recientes, el escándalo por las denuncias de corrupción en CONAVI, que según el expediente judicial tienen más de 20 años, han colocado sobre el tapete, de nuevo el problema de la corrupción, como en el pasado lo fueron el cementazo, la inacabada vía fronteriza, ALDESA, o el de Yanber, olvidados entre las torres de los papeles judiciales, y que emanan un olor a impunidad.
En el discurso del señor presidente de la República en la Asamblea Legislativa de mayo pasado, se mencionan hechos preocupantes acaecidos en las pasadas gestiones del ICE, cuyas responsabilidades quedan en el aire y es que la administración pública, especialmente el MOPT, la CCSS, el ICE y RECOPE, que administran el grueso de los recursos públicos, están bajo ataque constante de los corruptores.
Implantar la rendición de cuentas, implica no solo demandar resultados, sino que estos se hagan regularmente de manera pública ante el Estado de la Nación y la Defensoría de los Habitantes y la prensa.
Resaltar las mejores prácticas que puedan servir de modelo en la formación de círculos virtuosos, demanda tanto un trabajo de aglutinamiento y organización de quienes han marcado senderos, como de preparación de los equipos para difundirlos y reproducirlos. Al mismo tiempo que se requieren mecanismos que cierren los portillos a la impunidad vigente.
Como se puede apreciar, cambiar el sistema en condiciones de democracia, no es una tarea sencilla. Demanda, eso sí, claridad en cuanto a la tarea y escoger muy bien los círculos viciosos más vulnerables, por la forma en que afectan a la gente y el respaldo que pueden generar en la población las nuevas prácticas.
Si un nuevo gobierno se propone hacerlo, debe escoger muy bien 4 o 5 áreas estratégicas y empezar inicialmente por proyectos basados en las mejores prácticas regionales o sectoriales, por ejemplo, en educación y salud que sirvan de piloto, acumulando resultados y experiencia. Todo esto de cara a los medios de comunicación, de tal forma que permitan, con el respaldo que generan los resultados, avanzar en terrenos cada vez más amplios.
Bukele, en El Salvador, tomó la vía de enseñar con el ejemplo regional donde gobernó con éxito y respaldo popular, sus decisiones posteriores de romper con el sistema de pesos y contrapesos republicano han lanzado una nube de sombras sobre el futuro de la democracia.
Solo actuando sobre el sistema, siguiendo sus reglas, podremos transformarlo en democracia, de otra forma los santurrones, los mesías populistas o incluso los narcos, tendrán opciones de poder regionales o nacionales.
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