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La voz interior boicoteadora

Hay una voz interior cuyos ecos restringen las políticas sociales favorables al conjunto de la sociedad


Por Miguel Sobrado


La voz interior es, para la psicología, con la que dialogamos a todas horas. En ocasiones, es llamada “la voz de la conciencia”, “voz mental” y también “diálogo interno”. Aunque, en términos científicos, sería más adecuado referirse a ella como la voz del córtex prefrontal.

Se puede decir que es una narración que nace en el interior de todo ser humano y se proyecta, generalmente, hacia el futuro, a modo de preparación para los acontecimientos venideros.

El diálogo interno es un fenómeno complejo y multifacético cuyo impacto es enorme en la estructura de nuestro cerebro y en nuestro comportamiento. Es necesario para ordenar nuestras ideas y planificar nuestras acciones.

Pero ¿qué sucede cuando este diálogo no nos ayuda, sino que más bien nos boicotea o limita? Es cuando intervienen la estratificación y las relaciones sociales que se articulan alrededor de la familia, y cimientan los valores de la cultura prevaleciente.

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El ambiente familiar transmite desde temprana edad valores que configuran la posición social de las personas, según el medio en que viven. Son muchos los estudios que describen cómo operan los prejuicios en las sociedades racistas y de clase, hasta ocasionar minusvalía y dependencia, debilitar la autoestima y promover techos mentales que configuran socialmente las voces interiores de quienes se encuentran en estratos de bajo prestigio social.

Investigaciones


Estudios realizados en Estados Unidos con niños negros de entre 3 y 7 años revelaron que a esas edades tiernas ya habían asimilado, a través de su círculo más cercano, el prejuicio hacia su propio color.

El ejercicio consistió en mostrarles muñecas blancas y negras y se les preguntó cuál era buena y bella. La blanca, respondieron. De tal forma que en el ambiente social se dieron las condiciones que configuraron una voz interna que redujo, posteriormente, sus aspiraciones y autoestima.

Estudios similares llevados a cabo en México, país donde la mayoría de la población es de origen indígena, mostraron resultados similares de desvalorización por origen étnico. En otras palabras, el racismo ha calado tan profundamente en la cultura que se interiorizó.

Fenómenos similares constatan movimientos feministas, y por eso demandan legislaciones y espacios sociales de igualdad.

El racismo y el clasismo conllevan, por lo general, la exclusión social debido a las disminuidas oportunidades para el estudio, acceso a servicios de salud y superación social, de tal forma que las posibilidades de avance se reducen. No solo se reducen, sino que los resultados se comportan en la práctica como las profecías que se autocumplen, es decir, si la persona fracasa o obtiene resultados mediocres será a causa de su origen.

Operación tenazas


La exclusión social no se supera si no es con dos palancas fuertemente entrelazadas. Por una parte, la acción organizada de los excluidos para demandar su espacio y poner en marcha sus propios proyectos, y, por otra, con una política social no asistencialista, sino proactiva de largo aliento, centrada en la educación moderna y de amplia cobertura, que cubra a quienes tienen obligaciones familiares a su cargo. Esto último mediante autoorganización en las comunidades.

Esta operación tenazas se basa en la simbiosis de propósitos de las organizaciones que ajusten los servicios institucionales a sus necesidades. Son los efectos de la actividad organizada o vitamina O lo que da poder a los excluidos para transformar su visión y perspectivas sociales.

En este sentido, rompen las voces internas que los inmovilizaban y se pueden transformar, no solo cambiar los horizontes, sino también incidir en la biología misma de los participantes, como lo sugiere la neurociencia.

A las niñas prostituidas en Camboya, en un estudio citado por la psiquiatra española Marian Rojas Estapé, se les registró el tamaño de los telómeros (medidores de edad de las células) y cuando estaban en el burdel tenían 80 años. Después de sacarlas de ese antro, recuperaron su edad biológica.

Las transformaciones a gran escala que requiere la eliminación de la exclusión social no son realizables por razones obvias a partir solo del trabajo de los psiquiatras, requiere un ambiente favorable para la inclusión organizada y proactiva masiva.

Esto nos obliga a trascender los enfoques individuales de autoayuda. No basta con ponernos positivos, ni alejarnos de personas y entornos tóxicos. La realidad es social y nosotros estamos dentro de ella. Es preciso crear condiciones y propiciar el empoderamiento social a través de políticas sociales que destapen y promuevan el potencial de las personas y transformen el sustento subjetivo de las voces interiores que impulsan la pasividad y la resignación.

miguel.sobrado@gmail.com

El autor es sociólogo.

El diálogo interno es un fenómeno complejo y multifacético cuyo impacto es enorme en la estructura de nuestro cerebro y en nuestro comportamiento.

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