La descentralización fomenta una nueva distribución de funciones y atribuciones entre los actores institucionales, de carácter territorial o no territorial y preexistentes, que supone modificaciones profundas en el ámbito político-institucional, financiero, y de la participación comunitaria, entre otros.
Desde que como principio probado se reconoce la medicina como el factor principal para resolver la enfermedad; los hospitales, clínicas y doctores se han convertido en sinónimo de salud y así los servicios de salud son el centro de recursos, atención política y se sigue considerando que el nivel de salud de las poblaciones es equivalente de los sistemas de salud.
En esta línea, la Conferencia Internacional sobre Promoción de la Salud, celebrada en Canadá en 1986, emitió la Carta de Ottawa que afirma que "las condiciones y los requisitos para la salud son la paz, la educación, la vivienda, la alimentación, el ingreso, un ecosistema estable, la justicia social y la equidad". La Carta de Ottawa induce a pensar de nuevo en la salud, no como un objetivo sino como la fuente de riqueza de la vida cotidiana, por lo que es requisito "proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma".
En cuanto al control que debe tener la población sobre la salud, en la Carta se subraya el rol activo y consciente de los sujetos en el logro de su pleno potencial de salud, el cual no se alcanza si no se dispone de las condiciones básicas para satisfacer las necesidades y lograr el bienestar.
La salud se basa en el progreso social -dice el Informe Lalondez-; los ciudadanos de un país pueden sacar provecho de la vida y ser felices sólo en la medida en que gocen de buena salud. Esta, que debe ser el hilo conductor de cualquier proyecto de promoción de la salud, es una estrategia para el desarrollo social con profundo contenido humano y es, al mismo tiempo, un llamado implícito al compromiso general con la salud pública.
La mayor parte de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo no ofrecen las condiciones básicas para ese goce pleno de la salud y con esta deficiencia sobre la mesa, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se ha fijado las siguientes metas: otorgar a la salud mayor importancia dentro de las políticas sociales y en el proceso de desarrollo; formular políticas y programas para lograr la equidad en la salud y abatir el déficit creciente de cobertura de servicios; y, redefinir las formas de conducción y organización del sector.
Los procesos de descentralización modifican la distribución de los recursos y el esquema de prioridades prevalente. En este sentido, la economía política del proceso de implantación de un sistema de salud descentralizado cobra gran importancia y el éxito en ese proceso pasa a depender en una medida importante de la capacidad de generar los incentivos adecuados y la capacidad de administrar los conflictos que un proceso de este tipo genera.
En la implementación de este tipo de procesos se podrían asumir como retos:
Mejorar los niveles de calidad y calidez de la atención que se brinda a los usuarios.
Ampliar la cobertura de los servicios.
Superar la mala distribución en la asignación de los recursos, los que privilegian el ámbito urbano y desatienden el ámbito rural.
La descentralización supone una ganancia en eficiencia social al permitir la posibilidad de dirigir las preferencias locales hacia decisiones que afectan tanto el monto de recursos locales que se destinan a los servicios; como a la asignación relativa de los gastos en salud dentro del presupuesto.
Se ha comprobado que el acercamiento de las decisiones hacia los usuarios permite incrementar la información respecto de la identificación y segmentación de las necesidades. En esa medida se potencian las posibilidades de una efectiva focalización del gasto.
En los procesos de cambio no es suficiente el desarrollo de una estrategia sino el cómo y esto es una parte de la identidad cultural, de lo que cada comunidad establece como prioridad en salud, si no se toma en cuenta esto se puede ir por un camino errado.
Algunas preguntas centrales al definir una estrategia de descentralización podrían ser:
¿A qué nivel se descentraliza? Intermedio (regional), local (municipal) o a la unidad de producción (Centros de Salud o EBAIS).
¿A qué velocidad se descentraliza? Es un proceso gradual, tomando en cuenta lo heterogéneo de la labor administrativa en salud, o se realiza en un proceso más rápido e inmediato.
¿Se descentraliza todos de una vez o en forma progresiva?
¿Se establece la descentralización como un proceso obligatorio, o uno al cual las comunidades pueden optar?
¿Se establecen requisitos y/o incentivos para acceder a una gestión descentralizada?
Estas y muchas preguntas se pueden derivar del proceso para poder irse acercando a esa posibilidad, pero lo que sí es imprescindible es la participación comunitaria y esta se genera desde el establecimiento de ideas.
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